Desde hace poco tiempo, se está notando un cambio en el concepto de la decoración por medio de plantas de interior. A los ejemplares que adornan una casa ya no se les pide que tengan flores o que desprendan perfume, sino que se les exige que sean sencillos y que sus cuidados no requieran mucha atención. Una de las plantas que más acogida está teniendo en los hogares de estilo minimalista y zen es la denominada Bambú de la suerte.
Esta planta tan original y estilizada no tiene que ver con el bambú, aunque se le denomine así popularmente debido a su forma de vara. Su nombre científico es Dracaena sanderiana y pertenece a la familia de las agaváceas. Algunos de sus parientes más famosos son el Tronco de Brasil o la Drácena de Madagascar. Su cultivo está muy extendido en Taiwan y en Oriente en general, si bien su origen apunta al continente africano.
Su utilización dentro de la vivienda sigue los parámetros de una decoración poco cargada en la que predominan los espacios amplios y los colores claros. Podemos colocarla encima de una mesa baja, en un mueble-rinconera e, incluso, aporta un toque muy especial en el baño. Suele localizarse en el mercado muy fácilmente, sin necesidad de acudir a un vivero, ya que muchas grandes superficies la venden. Resulta esencial que adquieras un ejemplar sano con el tronco verde, con raíces claras y brotes en perfecto estado que acaben de salir.
La forma usual de este Bambú de la suerte es una vara recta que puede oscilar entre los 10 y los 100 cm., pero también podemos encontrarla describiendo un peculiar sacacorchos o como material esencial de montajes florales más complicados, como pasa en el Ikebana. Cuando esta planta es una vara, observaremos los nudos de donde salen los brotes y los entrenudos de donde surgen las raíces. La parte de los nudos es más estrecha que la de los entrenudos.
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